El Alce de Madera: incursión # 973 al mundo onírico.


Quienes me conocen mejor, sabrán de mi interés por registrar aquellos contenidos oníricos que considero interesantes o al menos curiosos. Recientemente tuve un sueño lleno de símbolos cuyo significado aún afecta mi descanso. A continuación narraré aquella escena y los hechos que se materializaron en mi mente la noche del 26 de agosto.


El Alce de Madera


Desperté sintiendo unas intensas ganas de salir de la casa. Al consultar la hora vi que apenas era pasada la media noche, me abrigué bien con una gruesa chompa de lana para protegerme del frío y salí de mi habitación. Mi plan era bajar al primer piso y llegar hasta la puerta principal para echar un vistazo afuera. En el camino noté que la casa se encontraba casi totalmente a obscuras, iluminada tenuemente por el brillo lunar.

A mitad de las escaleras justo en el primer descanso me encontré con algo inexplicable, un objeto imposible que me restringía el paso, una aparición que se movía bloqueando el tránsito de cualquier cosa que superase el tamaño de un pequeño gato o animal semejante.

Frente a mi tenía una sombra voluminosa y robusta. Una luz colándose por la ventana me dejó ver que aquello que tenía a tan solo un brazo de distancia estaba hecho totalmente de madera. Tenía cabeza, tórax y unas largas patas que le daban la apariencia de un gran mamífero cérvido; pues para ese momento era imposible dejar de notar las enormes y ramificadas astas que coronaban esa cabeza carente de cara, ojos u hocico. Más tarde comprendí que la entidad había tomado la forma de un alce, era un alce de madera.

Sin hacer ruido alguno, la criatura empezó a subir escalón  por escalón, obligándome a retroceder tambaleante dando igual número de pasos. Pero mi deseo de salir de esa casa era tal, que haciendo gala de un valor inusitado,  frené la huída para enfrentar esa enorme y amenazante cabeza.

Pasamos unos minutos  inmóviles, en los que ambos mantuvimos la misma posición mientras medíamos nuestras fuerzas y voluntad ante una eventual lucha cuerpo a cuerpo.

En eso estabamos cuando desde el final de la escalera, ya obscurecido por la noche; unos roncos ladridos anunciaban la presencia de otro animal. Era el viejo Jonás, el perro guardián que de alguna manera había ingresado al salón y que con gran agilidad ya se encontraba acosando a la bestia de la escalera.

Se podía notar como sus ladridos afectaban a este ser, que ahora se mostraba menos intimidante. Es así que mis pasos se atrevieron a ir nuevamente hacia abajo y me vi empujando con las manos la mole que hace unos instantes me atemorizaba tanto. En ese instante sentí un frío  intenso, como si la materia que hubiese tocado perteneciera a otro mundo; otra realidad que nos invade de vez en cuando.

Pero esa sensación no me amilanó y continué empujando a tan horrendo ser que por primera vez me parecía de menor tamaño. Finalmente, como en un remolino, los restos de aquel ser fueron succionados por el vacío hasta no dejar rastro alguno. Entre los ladridos de Jonás y mi determinación habíamos devuelto a esa alimaña a la obscuridad de donde salió.

En poco tiempo llegué al final de las escaleras donde me detuve para tomar aliento. A mi lado, mi compañero de armas me tocaba con una de sus patas mostrando preocupación por mi bienestar. Unas caricias de felicitación en la cabeza bastaron para tranquilizarlo.

Abrumado por el misterio hice a un lado aquel deseo de salir y regresé a mi habitación. Jonás me acompañó el resto de la noche que transcurrió sin más sobresaltos.

Un breve análisis

Ahora exploraré brevemente el significado de este peculiar sueño. Es obvio para mi que la casa no es más que una auto-referencia. Se trata de mí mismo y el estado actual de algunos elementos vitales en desequilibrio. 

La noche es la incertidumbre que viene dada por defecto en la vida; incertidumbre que en algún momento nos conduce a encrucijadas o caminos sin salida. En la búsqueda de trascendencia, manifestada por el ferviente deseo de abandonar esa casa me encuentro con una sombra espectral, un monstruo que debo vencer para llegar a la meta trazada. Al principio esta imagen sacude mi ser al punto de querer desistir del todo pero simultáneamente algo evita que abandone el camino. 
 
Un enviado aparece, es el perro Jonás (quien por cierto es un personaje recurrente en mis sueños). Jonás es una figura especial porque no sólo colabora en ahuyentar los monstruos de la consciencia sino que encarna la esperanza humana y la razón (además de poseer otros significados más esotéricos de los cuales me ocuparé cuando les cuente sobre él en otra entrada del blog). Jonás representa en este sueño a la razón, porque es quien me permite superar el temor y trazar una estrategia para superar el avance de la extraña criatura.

La criatura es una amenaza que nace de la sombra y luego se desvanece en el vacío, tal vez sea una referencia a mis prácticas y estudios budistas que ponen especial énfasis en el concepto de la vacuidad. 

Finalmente la tensión se resuelve y todo regresa a su lugar. El círculo se cierra cuando ya no veo la necesidad de salir de mí mismo (la casa) pues la paz (la calma de mi habitación) está donde more la razón (Jonás). 
Como dije este es un breve análisis de algunos elementos de este sueño. Quedan muchas preguntas al respecto, por ejemplo no sé que pueda representar el alce y por qué está hecho de madera ni tampoco la presencia de la luna y otros detalles como aquella repentina luz que me enseña el rostro o más bien ausencia de rostro de mi atacante. Estoy seguro que mi pequeña narración suscitará como siempre más de un interesante comentario.

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